Siempre es buen momento para adentrarse en las páginas de El año en estampas, una lectura que podría parecer una evocación nostálgica de un tiempo pasado y de añoranza de una ilusión geórgica o bien de evasión hacia unos medios rurales, ajenos al autor, pero no es ninguna de las dos cosas -escribe Marià Villangómez Llobet (Ibiza, 1913) en su prólogo-, sino un libro de realidades vivas -de algunas realidades, experiencias personales incluidas-, con referencias a épocas anteriores y algunas disgresiones históricas, pues pasado y tradición ejercen siempre su fuerza en el presente.